quarta-feira, 22 de janeiro de 2014

Conservación de plantas en peligro de extinción



Publicado el 15 de enero de 2014 por BoCES

Por Patricia López en la Gaceta de la UNAM Núm. 4, 570

Para conservar 80 especies de plantas mexicanas en peligro de extinción, en el Jardín Botánico del Ins­tituto de Biología (IB) Víctor Manuel Chávez Ávila dirige un laboratorio donde se reproducen in vitro cactá­ceas, orquídeas y agaves, entre otras familias vegetales.

Los cultivos, que van del labo­ratorio al vivero, incluyen a las familias de cícadas, únicas gim­nospermas que fijan nitrógeno atmosférico y que, eventualmente, lo incorporan al suelo y lo enriquecen; existen desde la época de los dinosaurios.

Las pináceas, que reúnen a pinos y otros árboles de hojas aciculares (en forma de aguja) y canales de resina. También las apiáceas, a las que pertenecen varias plantas me­dicinales, hierbas y arbustos, y las asteráceas o compuestas, una de las familias más diversas del plane­ta, que agrupa a muchas flores de importancia ecológica y económica.

Estrategia

La estrategia del biólogo y doctor en Botánica se basa en el cultivo de tejidos vegetales, un método biotecnológico que permite pro­ducir plantas completas a partir de pequeños fragmentos de tejidos (raíces, tallos y hojas, entre otros) y aun de células individuales.

Es muy eficiente para propagar, literalmente, cientos de plantas a partir de un fragmento de tejido en un tubo de ensayo. Pueden hacerse embriones semejantes a los que se forman dentro de las semillas (embriogénesis somática) o tam­bién órganos como tallos y raíces para después regenerar la parte faltante hasta estructurar plantas completas (organogénesis).

Proyecto

El proyecto del Laboratorio de Cultivo de Tejidos Vegetales conserva germoplasma de especies endémi­cas, forma alumnos y promueve la educación ambiental, tareas urgentes en el quinto país más rico del planeta en diversidad vegetal, con más de 24 mil especies nativas, 987 de ellas en alguna categoría de ries­go, según indica su inclusión en la Norma Oficial Mexicana NOM-059- Semarnat-2010.

Estudiar, propagar y preservar

“El cultivo de tejidos vegetales es una herramienta biotecnológica que permite estudiar, propagar, conservar y hacer propuestas de aprovechamiento sustentable para especies que requiere la humanidad o sólo México, porque no podemos seguir con el consumo de recursos sin producirlos”, explicó Chávez Ávila.

Con lo anterior, se ofrece la posibilidad de cultivar plantas selectas que se requieren como alimentos, medicamentos y para usos ornamentales, pues “en los próximos años, la necesidad de consumo y reforestación de dichos organismos o productos derivados requerirá en mayor medida de es-ta biotecnología”.

El laboratorio que dirige Chávez Ávila existe desde 1983, aunque la técnica llegó a México a principios de la década de los 70 del siglo pa­sado, a la Universidad Autónoma Chapingo, proveniente de Japón. En 1976 comenzó a aplicarse en la Facultad de Química y más tarde en el Instituto de Biología de la UNAM, donde se utiliza desde entonces.

“Esta metodología tiene un gran potencial, pero en el país no la hemos aprovechado lo suficiente y vamos lento. En el Jardín Botánico nuestro interés siempre ha sido estudiar y conservar especies de plantas mexicanas, sobre todo las que están en peligro de extinción o representan interés económico para algunas comunidades”, abundó.
Dividir, dirigir, clonar

El cultivo de tejidos vegetales im­plica dividir a un individuo en sus bloques constituyentes y cultivar células, tejidos, órganos y aun plan­tas completas in vitro.

Se establecen asépticamente en condiciones controladas de luz, temperatura, humedad, atmósfera, pH, nutrientes y hormonas.

“Con esas circunstancias pode­mos dirigir la respuesta de las células, hacer que dejen de ser epidermis, raíz, pétalo o polen y las utilizamos para la formación de un nuevo organismo completo”, detalló.

Esto se logra gracias a la totipo­tencialidad de las células (poseen la capacidad de dar origen a otros tipos celulares). “Cada una tiene la información genética del organismo y puede ser dirigida para formar un nuevo individuo, muy parecido al que le dio origen, que se genera de manera vegetativa, sin reproduc­ción sexual. Si repetimos el proceso podemos tener miles y hasta millo­nes de plantas entre uno y medio y tres años”, dijo.

La creación de estos nuevos in­dividuos vegetales se debe a que Chávez Ávila y su grupo –un co­laborador científico y más de 20 estudiantes de licenciatura a doctora­do– trabajan con especies escasas, de las que no tienen semillas, o plantas masculinas o femeninas para su reproducción. “Tenemos que gene­rarlos, sean clones o no. Obtenemos más de lo que ya no existe en la naturaleza”, precisó.

Los organismos obtenidos in vitro se conservan en el Jardín Botánico. Una vez propagados y mantenidos en el invernadero se integran a las colecciones de exhibición y de investigación o se intercambian con otras instituciones.

Variabilidad genética

La producción de cultivos vegetales manifiesta una cierta variabilidad genética. Aunque proceden de un fragmento somático, algunas célu­las son diferentes.

“Hay poblaciones celulares den­tro de cada tejido y ésas se van a expresar en individuos con ciertas diferencias. No es una clonación verdadera y comprobada, obtene­mos organismos muy semejantes pero que tienen la variabilidad ge­nética de las poblaciones naturales que se encuentran en los distintos tejidos de las plantas; no son idén­ticos, hay algunas diferencias”, aclaró Chávez Ávila.

El universitario reconoció que la variabilidad genética es importante, pero lo es más que no se extinga de manera total alguna especie.

“La NOM-059-Semarnat-2010 tiene enlistadas 987 en riesgo, en el laboratorio tenemos 80 de ellas. Es un número bajo, pero cada es­pecie requiere un protocolo y una investigación de entre uno y medio y tres años para generar nuevos in­dividuos”, finalizó.

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